Empieza latemporada general de caza. El 12 de octubre es una fecha importante para el mundo cinegético, con la apertura de un periodo anhelado por miles de cazadores. La campaña de caza menor se extenderá mayoritariamente hasta el 6 de enero,mientras que la de mayor se alargará hasta el segundo domingo de febrero.
El delegado en València de la Federación de Caza, Raúl Esteban, hace un breve repaso del panorama cinegético actual en los campos valencianos, a la vez que alerta de la preocupante situación de algunas comarcas, por las descontroladas poblaciones de ciertas especies cinegéticas: “En las últimas décadas se ha producido un abandono de los usos tradicionales del monte y cambios en los tipos de agricultura, lo que ha favorecido el aumento del área de distribución de especies como la cabra montés, el corzo y especialmente el jabalí, en la Comunitat Valenciana”. Destaca el importante papel que está jugando la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana, como máximo representante de los cazadores valencianos ante este problema, “la Federación de Caza viene manteniendo reuniones casi semanales con la Administración, implicando de pleno a sus Gabinetes Jurídicos y Técnicos, mediante el planteamiento de diferentes medidas que puedan paliar la gravedad de la situación”. Y es que, según se desprende de informes de la propia Generalitat, la problemática no se limita únicamente a daños agrícolas sino que se extiende a otro tipo de impactos como los provocados por competencia y predación sobre otras especies del medio natural o los derivados de accidentes de tráfico por colisión de ejemplares con vehículos. Así en la Comunitat Valenciana los accidentes de tráfico en los que se ven implicados animales llegan a 800 al año de media, según las cifras del propio Gobierno de España, que cuantifica en 4.687 los accidentes de esta naturaleza ocurridos en los últimos seis años en tierras valencianas. En 365 de ellos hubo que lamentar víctimas. En el conjunto de España fueron más de 120.500 accidentes de tráfico con animales implicados en los últimos seis años. De ellos, hubo víctimas en 3.710. Una treintena de personas perdió la vida y el resto sufrieron lesiones de consideración.
La labor de los cazadores se vuelve imprescindible en casos extremos como este, donde el control de las poblaciones de estas especies requiere de la actuación de verdaderos especialistas, viéndose obligados en muchos casos a dejar sus jornadas de trabajo o familiares para ir a realizar actuaciones de control. Y es que, en palabras de Esteban Cano, “a los cazadores nos gusta salir mayoritariamente al monte los fines de semana, a pasar una jornada distendida con familiares y amigos, acompañados en muchos casos de nuestros inseparables perros, lo de menos es cobrar una pieza”, quien insiste en el importante papel social que juega el colectivo al que representa, que de manera altruista lleva a cabo labores que benefician no sólo al sector cinegético sino a toda la sociedad en general. “Qué sería de la agricultura en muchas comarcas invadidas por jabalíes o conejos…” arguye el Delegado Provincial.
Por lo que respecta al conejo, el último informe presentado por la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climáticos y Desarrollo Social la pasada semana, incluye a 168 términos municipales valencianos como afectados por la sobrepoblación de conejos en sus montes, con una superficie que se sitúa cercana a las 900.000 hectáreas y según información nuevamente publicada por la administración valenciana, con millones de euros de daños en la cosechas. Respecto a la última orden publicada, se incorporan exactamente 108 poblaciones, lo que demuestra la brutal expansión del conejo por el territorio valenciano.
En cuanto a cómo se espera el transcurrir de la temporada de caza, el Delegado en Valencia, se muestra algo preocupado por la situación en la que se está viendo envuelta la tan apreciada liebre, que está sufriendo en la actualidad una severa enfermedad diezmando considerablemente su población en los montes de comunidades como Castilla La Mancha y habiendo incluso aparecido varios ejemplares muertos por dicha casuística en cotos de Alicante y Valencia. “Ya se están promoviendo campañas de concienciación y protección de este lagomorfo entre el colectivo de los cazadores, comandados por las Federaciones de Caza autonómicas. Los cazadores somos los primeros en salir al rescate de especies vulnerables, y este gesto vuelve a demostrarlo, de lo que nos sentimos muy orgullosos”.No hay que olvidar la temporada de acuáticas, de gran arraigo en la provincia de Valencia, sobre todo en cotos del entorno del Parque Natural de l’Albufera. Otro noble gesto del colectivo, ha sido el de, tras varias reuniones con el Secretario Autonómico de la Consellería de Medioambiente, Fran Quesada, retrasar algo más de una semana el arranque de la temporada de caza, previsto inicialmente para el 12 de octubre, para finalmente fijarse el día 20, con objeto de favorecer los trabajos de cosecha del arroz y posterior tratamiento de la paja. “Los cazadores han demostrado su capacidad de coordinación con el resto de actores involucrados en el entorno de la Albufera”, apunta Esteban Cano.
Por último, se echará de menos la práctica de dos modalidades centenarias y de gran arraigo en la Comunidad Valenciana como son el “Parany” y el Silvestrismo. En relación con el primero, Raúl Esteban recuerda que a finales del pasado año las propias Cortes Valencianas aprobaron las pruebas de campo del denominado “Cesto Malla”, como método alternativo al conocido “Parany”, “esperemos por tanto que lo antes posible, la Conselleria de Medio Ambiente ponga en marcha los mecanismos necesarios para que puedan dar comienzo las esperadas pruebas de campo”.En cuanto al Silvestrismo, modalidad que practican miles de aficionados en toda España, ha sufrido este año un duro revés al no autorizarse en todo el territorio nacional las capturas que desde tiempos inmemoriales venían llevándose a cabo. El Delegado provincial, practicante de esta ancestral modalidad, lamenta profundamente la decisión tomada por la Administración Central, que ha obligado a las diferentes autonomías a seguir sus directrices negando por tanto las capturas que venían autorizándose.