El pasado fin de semana el municipio alicantino de Benillup acogió el II Encuentro “Aplec per Territori”, un proyecto que promueve el desarrollo de los entornos rurales, en el que se habló de caza, como parte y motor económico fundamental de los pueblos.
El grave incendio forestal de Vall d’Ebo de este verano centró el debate y puso de manifiesto los problemas estructurales del mundo rural. El presidente del Club de Cazadores de Famorca, Óscar Ponsoda, destacó “la gestión cinegética como una fuente de ingresos en los pueblos de la comarca y un motor económico en los comercios, servicios de hostelería, alojamientos rurales, actividades turísticas, controla la población de especies de fauna salvaje y no entra en conflicto con ninguno de los sectores”.
Además, expuso la problemática por la sobrepoblación de jabalí que sufre la Comunidad Valenciana, cuyo peso para su control recae únicamente en los propios cazadores. En este sentido, recordó que la gestión cinegética es la herramienta más eficaz para paliar este problema de sobreabundancia de especies silvestres y las consecuencias que provoca no sólo en la agricultura sino también en la prevención de accidentes de tráfico, la transmisión de enfermedades. “Con control todo es posible porque la caza descontrolada afecta al equilibrio medioambiental, de la misma manera que si hubiera turismo descontrolado o ganadería descontrolada”, reconoció durante su intervención.
Por otro lado, recordó la importante labor que realizan los cazadores a través de las inversiones y mejoras en el monte como instalación de bebederos, balsas, desbroces o mantenimiento de caminos, entre otros, que además de cuidar el entorno, minimizan el riesgo de incendios.